jueves, marzo 16, 2006

Metro...(no necesito un baño)

Con Juan Gabriel ambientando con "La Diferencia" mi recámara, más que pensar en un mal amor que me dejó por otro y que..."la diferencia entre tu y yo tal vez sería corazón, que yo en tu lugar, si te amaría"...me afecte emocionalmente, me transporta a mis últimas dos semanas de transportación colectiva. He estado yendo y viniendo ya más de dos semanas en nuestro tan seguro y populoso Sistema de transporte metropolitano, alias METRO. Y desde entonces he estado en un vívido contacto con las más profundas raíces del habitante del reino Imeca. Día con día mi recorrido comienza luchando con los otros 5 peatones que levantan el dedo al aire esperando ser levantados por un taxi (pero si yo tengo un mejor coche putamadre!!! -lástima que esté en la agencia por culpa de un pendejo que me chocó). Después de en mi mente picarle los ojos a la gata que me ganó el tsuru de sitio que pasó y de aventar al escuincle y su mamá a las llantas de un camión de la basura por ganarme el otro coche consigo subirme a un vocho destartalado más cargado de adornos que la virgencita y me dirijo a Metro Río San Joaquín, después de haberme recetado quince minutos de Gutiérrez Vivó y su inconformidad con la vida, con México, con la alcantarilla y con todo lo que le rodea incluyendo su ser. Al bajar de mi nave color verdi-blanco me recibe precisamente uno de esas melodías que te traen a la mente una cuba, una rocola, piso de granito sucio y una mesita de madera sin lijar pintada de café con bordes de aluminio y, bueno pues, una cantina con rocola que reproduce a Juan Gabriel, entero, toda su vida, sus videos, sus conciertos, sus 200 canciones más bonitas en mp3 por solo 15 pesitos. Los 30 pasos que doy para entrar a la estación se mueven a ritmo del Noa Noa y mientras camino voy desenfundando mi única herramienta a la mano capaz de rescatarme: mi Ipod y sus 1048 canciones, que aunque debo confesar que en sus archivos podremos encontrar 3 éxitos de la Sonora Santanera, 7 de juanga y algunos otros placeres culposos, rezo porque la función de "shuffle" no ensucie los bonitos recuerdos de juanga que llevo en la mente (me refiero a cuando yo decido escuchar a juanga, no vayan a pensar que tuve que ver algo con el señor del azote). El clima de la calle era frío, digamos 10°, después de bajar más de 250 escaleras la temperatura sofoca y el olor de mis conciudadanos no ayuda -Por favor! que no se nos acabe el agua!! si unos parece que vienen bañados y así rugen...ya me veo cuando en 20 años nos cojamos los mantos acuíferos!!! NO MAMES!!- Como puedo me logro meter al vagón que viene rebozando de chilango justo antes del "beep" que nos indica que se vá a cerrar la puerta y que le vale si quedaste afuera´ó como quien dice: "Ahí les vá la que hace chis!". Jamás le arrimaría mis genitales a nadie, bueno, digamos que no a una señora del tamaño de 4 veces yo que mide como un metro veinte, que tiene más maquillaje que la tigresa en el tíboli y que huele a "air du temps", obviamente ella piensa que eso la hace atractiva y voltea a verme con la humillación que siente la mujer (en todo el sentido de la palabra) cuando es vejada. Pero si vamos todos en un espacio donde no cabe ni la menor duda, ¿qué espera que haga?, aparte de que lo que vá sintiendo en su espalda es mi libro y el estuche de mi cámara y ¡por Dios! si se lo estuviera arrimando Yo, debería de voltearse y agradecerme, juro que eso no se lo pelea ni un país africano en circunstancias difíciles.
Dos estaciones es todo lo que puedo aguantar y que afortunadamente debo viajar para llegar a mi destino, bajo más por la inercia de los que vienen atrás que porque mi voluntad lo haya decidido. Trato de mantener la calma e incluso dedicarles dos tres miraditas a los de alrededor (¡Mira cabrón! mi loción es eau du cartier -original- ¡Pendejo! así que muévete pinche frequent buyer de escencia) Bajo, tratando de mentalizarme que si en el extranjero lo hice, porqué le hago el fuchi a este que es, hasta cierto punto, más limpio que el de Roma ó Nueva York (pero es que me cae que los mexicanos somos gente feíta, feíta) Cuando por fin voy saliendo con mi ipod a todo lo que dá, pasando por alto los comentarios de la gente que, en verdad agradezcan, no los pondré esta vez en el relato, me dá en la madre un olor a...híjoles, un olor a...pues como a quesadillas, como a atole, a café, a tacos, a carne asada, a grasa para zapatos, a jugo de naranja, a tierra, a gasolina, a, a, a...¡No mamen Yo venía bañado!