miércoles, junio 01, 2005

POR EL AFÁN DE FESTEJAR

En estos momentos de recapitulación de mi fin de semana, me acompaña mi teclado, una recámara, mi persona y The Raveonettes que cantan...lo que quieran, de todas maneras me acompañana pero no les estoy poniendo atención, ó escribo ó los pelo como si me quisiera aprender sus letras. Quiero escribir respecto a mi cumpleaños pero como siempre me pasa no sé por donde empezar. Resulta que si escribo desde que nací llegaría a un punto en donde perdería detalles y creo que si lo que quiero es relatarles al respecto, mi texto presentaría inconsistencias. Lo más indicado será comenzar por el inicio de los festejos. Bien, La primera felicitación llegó a las 12:06 am, un buen amigo tuvo a bien mandarme un mensajillo vía teléfono celular, una vez que lo leí me dormí. Ése mismo día pero ya en mi horario diurno, comenzó a sonar el teléfono, cada unas de las persoans es especial por separado aunque el mensaje sigue siendo el mismo: "Eeeees tasón lasmañaní tasque cantaaaaa baelrey davíiiiiid...¡Felicidades!...¿Cómo te la estás pasando?...mejores deseos...blá, blá, blá", llamadas mientras me baño, mientras me visto, mientras me peino, en el coche y así hasta que lelgo a la oficina, decidí anotar felicitaciones y abrazos, a las 12 del día ya eran 47 personas de las que había recibido vibra positiva y buena estrella (jajaja). Como siempre la comida se organiza, compañeros y amigos muy cercanos de la oficina nos reunimos y escojo ir por comida mexicana a la cantina, hay un poco de viento, plática cordial y unas cuantas cervezas nos ayudan a apoyar el brindis de los años que se cumplen. regreso a la oficina y ya es un poco tarde, leo y contesto algunos mails, y decido que debo autofestejarme, me invitan al cine y acepto gustoso, sala VIP, Star Wars Episode III, un par de cervezas, mejor apreciación de los efectos y yo prendido por el anterior consumo de alcohol en la comida me veo con un amigo en un bar donde llega una y otra amiga, muy queridas, netas van y vienen casi al mismo compás que los martinis, las cervezas y las cubas. La cuenta y salimos a otro lugar, ya no tan tranquilo, más frnético, más lleno, más en el ambiente de festejo. 5 de la mañana y apenas voy durmiendo sin miedo a levantarme tarde y valiéndome madres llegar a la oficina con argumento bajo el brazo de que ayer había sido mi cumpleaños y que uno no desprecia días que solo se repiten en forma anual. No, no puedo con mi conciencia que rara vez se ataranta y a las 8 ya me estoy bañanando. Llego a la oficina a las 9, pero con la cara de trasnochada, desvelo y claro, ése característico olor a alcohol transpirado por encima del jabón y cualquier loción que uno use. Olía a festejo, pero el desvelo me ganaba demasiado. Tuve cosas que hacer en la calle y eso me rescató de no caerme encima del teclado ó seguir llenando la oficina con mi olor a bacardí. Un amigo vino de Tijuana, lo llevé al aeropuerto y ya temprano estaba en mi casa, dormí, creo haber descansado porque el viernes me desperté temprano y seguía dispuesto a continuar con mi festejo.
El día transcurrió como todos los viernes, solo que muchos se alistaban y preguntaban detalles sobre la fiesta que se avecinaba al día siguiente, lugar, hora, encargos, etcéteras que no detallaré. Yo tengo una cena ése mismo día en la noche a la que llego tarde sin remordimientos pues se trata de algo casual. A determinada hora voy al aeropuerto cerveza en mano a recoger a un querido amigo que vino expresamente a festejarme el día de mañana. Atravesamos la ciudad a gran velocidad y volvemos a mi lugar de partida, bebemos un poco más, cenamos un poco y a una hora nos retiramos. Nunca falta gente como uno que siempre se encuentra dispuesta a la emborrachadera y a las 2 de la mañana localizo a un amigo que se dirige a un lugar que aunque no me agrada la compañía es divertida. Así lo fué, diversión y grata compañía, pero a las 4 y media ya no hay más y al igual que mi amigo de Tijuana, con sangre chilanga, tenemos ganas de seguir la fiesta. Afterhours conocido cerrado, afortunadamente hay varios más, entre ellos el más cercano de nombre Continental nos abre sus puertas y sin mayor problema tardamos 2 minutos de nuestro auto a la pista, bebemos un poco más, nos perdemos y cada quien por su parte convive de manera diferente con el antro, pasa el tiempo y a pesar de que algo dentro de nosotros está necia con quedarse, salimos del antro, luz del día que nos marea con la intensidad que se aprecia más cuando no has dormido y son las nueve de la mañana en el exterior. Duermo.
A las once y media de la mañana siento que he cobrado fuerzas y me incorporo en la cama. Tengo hambre e incito a la "curada" de la cruda que aún no me produce estragos ni síntomas puesto que no le he dado tiempo de aparecer pero que quiero preveer. Por los rumbos de Buenavista (en sus cabezas resuene: Buenavistaaaa...Buenavistaaaa...Buenavista...!!!) hay una cantina cerca del chopo que invita a la cura de la cruda con los remedios tradicionales por solo 10 pesos la cañita de cerveza de barril y el caldo de camarón, pata y pico de gallo gratuito. Del remedio caemos de nuevo al mal y no sanamos nada. A las 4 después de haber comprendido el surrealismo de méxico como país nos damos cuenta de que tenemos que pasar a comprar la bebida para la noche. Lo hacemos en el supermercado más cercano de la zona y a toda prisa pasamos a darnos un regaderazo que con nuestra mente queremos engañar al cuerpo repitiéndonnos: "esto es bueno y nos dará energía", pero como esto no es el comercial de zest, solo en mi cabeza vive la esperanza de sentirme bien. Pasamos por otro amigo, partícipe de mis fiestas cumpleañeras y demás anécdotas fraternales, tomamos Reforma, Constituyentes y llegamos al punto que indica el mapa que previamente mandé por correo electrónico: El Rancho del Charro, de la Asociación nacional de Charros, varios lienzos y el designado es el Salón Mondragón, dimensiones suficientes, barra, dos terrazas, sillas y voluntad de nuestra parte. Recibo al DJ, a algún invitado madrugador, checo detalles técnicos, destapo una cerveza y oficialmente quedan inaugurados los festejos de mi cumpleaños, digamos...a pesar de que inicié el 25, el mero día, fueron eventos casuales no planeados, y el de hoy fué preparado exprofeso meses antes.
Después de la primera cerveza no hay más detalles y sientes que el tiempo se escurre como ésa primera cerveza por la garganta, si detenerse, como si estuviéramos dentro de un reloj de arena, todo se vá escurriendo hasta que ya está oscuro, hasta que escuchamos el primer beat, el primer destello de luces estroboscópicas, vaso de plástico con ron y coca, cigarros, abrazos, risas, bailes y cada vez más gente, más y más, gente que quiero mucho, y todos van llegando, no falta casi nadie, salvo ciertas excepciones que se entienden y que a pesar de las ganas de estar no se puede. Todo vá bien, la música sé que la escucho, aunque por convivir con los que llegan los que llaman y los que tienen algúna neta por compartir, no me detengo a saber qué es ó a tararearla en el caso de saberla. Solo sé que me la estoy pasando bien por el simple hecho de saber que los demás asistieron a mi convocatoria y que se la están pasando muy bien. la noche transcurrió entre situaciones de borrachera cordial, dos tres besuqueos, dos tres manotazos, bailes con conocidos, convivencia entre desconocidos, oscuridad y suficiente alcohol que incremente cada que una banda de personas llega. Al calor de las copas se netea mejor y las desinhibiciones son mayores, los que conservaban su status serio se deshacen de complejos, los tiran al piso y se ligan lo que se les pare enfrente, los acostumbrados al alcohol se comportan solamente un poco má sueltos, pero en escencia son los mismos, sin conflictos que los detengan de hacer una u otra cosa.
Cuando todo ha llegado a su fin, mis ojos ya me piden una esquina, un vaso con agua, mis piernas no responde como usualmente lo harían, mi cerebro se confunde y pierde su agilidad, el resto del cuerpo se confunde de igual forma. Mi manejo a la casa es atento a las vías por las que paso, pero me siento topre, mi compañero de esa batalla ha caído y no quiere ser levantado, prefiere dormir, a pesar de hace unos instantes apenas insistir en seguir la fiesta en el mismo afterhours de la madrugada anterior, pero definitivamente escuchando un grito de la conciencia él se duerme y yo manejo a mi casa, ambos abatidos en el campo. Con la satisfacción de haber llegado al fin, no en las mejores condiciones pero llegamos. Un año más festejándome, un año más de vida y cumpliéndolo como debe ser. Si esta superó a la fiesta del pasado, ésta que ya es pasado deberá ser superada por la que sigue.