lunes, mayo 23, 2005

PRESAGIO DE UN ALCOHOLÍMETRO (1a. Parte)

Sábado
07:00 am: Dejo a la comparsa de la noche anterior en el aeropuerto. Amigos que hasta hace dos escasas horas de la madrugada pagaban la cuenta del antro al que entramos en las últimas del viernes.
07:45 am: Llanta ponchada
07:50 am: Llamada de auxilio a grúa, en mi estado es posible olvidar tuercas, ó no poner gato ó sin mayor justificación tengo mucha hueva y ya quiero llegar a casa. Sé que es una justificación barata, pero a la vez a todo mundo nos dá hueva el trabajo físico y si hay un servicio que se paga por hacerlo, no me importa lo que digam lo uso, no necesito que se me truenen las juntas homocinéticas ó que la compostura sea de miles de pesos para que tenga que llamar un servicio que venía incluído en la compra del coche. Servicio Post-Venta Señores.
08:03 am: Veo mi reloj y pienso que faltan como 40 minutos para que llegue el límite de la hora prometida por el servicio. Voy a la tienda y me compro un juguito.
08:20 am: Vuelvo a ver mi reloj y veo que aunque ya es menos, aún hay 20 minutos incómodos en los que no tengo qué hacer. Ver pasar gente es un buen hobbie cuando tus sentidos te ayudan a analizarla, pero no cuando tu ánimo y tus sentidos se encuentran descompuestos por una desvelada que aún no termina.
08:50 am: “Híjole jóven, una disculpa es que con la lluvia de anoche hay mucha chamba de los que se caen en los baches y se les ponchan las llantas” a lo que contesto: “No te preocupes, gracias a los tarados como nosotros, no estás teniendo malos pensamientos”. El del estacionamiento junto con el franelero de la banqueta se amotinan alrededor con pensamientos que se adivinan en sus ojos (“ah que cabrón, pinche güey huevón”; “´Tan chidos los rines”; “Uy, le hubiera dicho que yo se la cambiaba”)
08:59 am: Ernesto termina, yo me despierto de mi somnolencia semiconsciente y firmo, no hay billetes de por medio. Subo a mi auto y me largo a mi casa, no sin antes hacer rechinar las llantas en señal de: “mírenme con mi servicio post-venta, mi llanta de refacción nueva y mis manos que no tocaron ni un perno…see ya fuckers!” perdón, pero luego me dan mis arranques anti-pueblo.
09:15 am: Llego a mi casa y derechito a la cama, creo que me quité la ropa, no sé…solo sé que debo cumplir con un compromiso en un restaurant a las 12 del día. ¿Porqué no lo deshice? No tienes que ir a todos lados. (¿Dónde dejé el recorte de periódico…ó era libro: “Cómo aprender a decir que no”) Duermo, estoy tan cansado que no reparo en mi alrededor, solo sé que debo descansar.
11:30 am: Abro un ojo y a pesar de sentirme un poco más repuesto, mi batería no está al cien por ciento. Me incorporo en la cama y me dirijo al baño como si fuera mi actividad rutinaria, como si hubiera dormido las 8 horas reglamentarias, como si no estuviera cansado, como si no tuviera un zumbido en la cabeza. Siento que la lluvia entubada me arregla un poco el ánimo y como si hubiera utilizado un jabón de los que reviven a la gente en la tele, abro la cortina del baño, veo hacia la ventana y me siento bien. Mi cerebro se autoengaña hasta en el subconsciente.
11:49 am: Recibo la llamada que me indica donde debo estar a las 12:20 del día. Parque México de la Colonia Condesa. Bajo mi auto, ignición, inserto cd y despego al mismo tiempo que Cerati comienza a musicalizar mi día.
12:10 am: Sin problemas de tráfico, marchas ó congestionamientos llego al lugar de la cita, encuentro un estacionamiento ideal, considerando la colonia en cuestión y me dirijo al parque. Un contingente de hare-krishnas pasa frente a mí con 3 carros alegóricos, van cantando, bailando y repartiendo sonrisas. Creo que su energía está siendo absorvida por mi persona y me idiotizo frente a su caravana. Camino alrededor e incluso tengo ganas de brincar con ellos que solo repiten rítmicamente “hare, hare, hare, krishna, krishna, hare, hare…” deberíamos presentarlos con las y los brasileños y crear una nueva religión que incluya la meditación y que para fines mercadológicos y de difusión cuente con bailarinas de samba que se muevan a ritmo del hare-krishna. Lo propondré.
12:25 pm: Encuentro a mi amigo, y nos vamos hacia el centro, donde una especie de tour cultural de baja, casi nula, difusión se lleva a cabo en el “circuito cultural” del centro. ¿Alguien había escuchado de tal cosa?, ¿Y porqué no van?. Insisto que deberían acudir a este tipo de eventos.
12:45 pm: Estacionamos nuestra nave, caminamos hacia el templete que al lado de Vizcaínas sostiene a varios músicos y dos mujeres que cantan. Saludamos. Alrededor de 30 asistentes con cara de “finge, finge que está pocamadre”. Conocimos la galería del arte, un proyecto de motel de paso transformado a motel de arte, donde viven estudiantes unidos por la cuestión artística y que su lobby nos dá una idea de lo que pudieras encontrarte en cada una de las habitaciones, pensamientos, escritos, colores, vidas dedicadas a conceptualizar lo que a unos nos suena tan difícil. Recorremos más del centro y ya siento que me gusta más, a pesar del los callejeros eternos de sus calles, de la basura a colores que lo decora y de los coches pobladores de sus calles.
16:00 pm: Me despido, saco mi automotor y a toda velocidad tomo Arcos de belén, que se contagia del tráfico del eje central, tomo Chapultepec, tomo atajo conocido ya de muchos para salir a Florencia, Tíber, Ejército Nacional, Río San Joaquín y llego a mi casa, preparo lo que debo llevar, paso al baño y una llamada telefónica me anuncia a los que serán mis acompañantes en el largo camino a Cuatitlán Izcalli.
16:45 pm: Pasamos al súper, faltaban botellitas de vino, algunos condimentos, provisiones para el camino, mis vales en la soltería son tesoro que sin chistar entrego a la cajera. No hay tráfico, ó bueno, por lo menos hay mucho menos de lo que normalmente esa vía soporta cada sábado a la misma hora. Llegamos pronto y podemos declarar inaugurada oficialmente la reunión en casa de nuestro amigo.
17:30 pm: Una cerveza nos lleva a la otra, un chiste termine en carcajada, el anécdota más fresco se cierra con un salud y todos estamos en el mood más apto de una fiesta casera, de las cuelas soy enemigo, pero que esos momentos son de mi completo regocijo. Los amigos, la cerveza que se torna en vino, juegos interactivos de playstation, un karaoke, pasos de baile, más vino, más risas, y de repente sin una razón aparente decido junto con mi amiga cambiar de lugar de entretenimiento. Tontamente, no había porque, no una razón, simplemente el alcohol nos tenía ya acostumbrados a pensar que uno debe de visitar varios lados.
11:00 pm: Tomamos la autopista de regreso a la ciudad y como ingrediente de este festivo automóvil una botella de vino. ¿De dónde salió?, ¿Yo?, ¡Yo no la saqué! Ó ¿si?. Ok, creo que aquí es cuando todo se empieza a poner gris, borroso, entrecortado, con interferencia, con borrones, jalones de la memoria.