COACHELLA
Otro año más que fuí a Coachella, un año diferente, por el line up tal vez, por mi situación laboral, por el clima, mi actitud. Todo se confabuló para que no hubiera suficiente emoción en mi. En la oficina me era imposible faltar el día viernes y a pesar de que lo hice medio día no podía llegar al festival a tiempo; salí a medio día, llegué a Tijuana por la tarde y no me lancé a Coachella, me quedé a hacerle compañía al buen César quien podría desafanarse hasta el sábado a medio día. Mis actividades ese día por la tarde se resumen en una sola cosa: PEDA. 5 de la mañana y yo apenas pegando el ojo.
Aún en camino el sábado por la mañana como que no me emocionaba mucho el pasar por las aspas de energía eólica tan características del Valle de Coachella, ni las señalizaciones, ni el camino al estacionamiento ni mi compañero de viaje haciendo cualquier cantidad de actividades representativas de su emoción. Mi mente simplemente se encontraba en algún lugar de la Ciudad de México, dando la vuelta, visitando.
Creo que ya que llegamos a la taquilla, boleto en mano y atravesando la entrada del "Polo Field" fué cuando percibí esa emoción de cada año (a pesar de la interrupción del 2006) ahora lo que no quería era tomar, no tenía ganas, aunque me daba miedo el sucumbir a César y esas maneras que luego tiene de convencerme de aventarme a los brazos del dios Baco como niño que quiere que le hagan "avioncito". Además de todo lo anterior, nuestro tercer elemento, René, se encontraba extraviado, pudimos haberlo buscado en el "lost & found" pero dudo que hubiera tenido la paciencia de hacerlo en una cajita de 30 por treinta centímetros.
Entre tanta gente con sus atuendos, olores, sensaciones, ruidos, música y digamos, algarabía conocida me fuí animando, tanto a conocer nuevos grupos, echarme una chelita y buscar a René. No lo logramos, bueno, la cerveza si:2 y un vodka extraño; nuevos grupos, no del todo, pero si vimos varios conocidos con nuevas canciones. De René, ni sus luces y con la nula señal de los celulares de todos, menos, nada sino hasta que salimos del espacio Coachella y que una vez en el coche logramos comunicarnos con nuestra tercera parte de esta comparsa. "Nos vemos en el hotel" el cual se encontraba lejos de Coachella pero afortunadamente sin tráfico de por medio llegamos prontamente con disposición a descansar, René se bañó.
Al otro día creo que nuestra postura fué extrañamente madura al pasar al supermercado y preocuparnos por comprar aguas, chicles y solo dos "sixes" los cuales bebimos en las inmediaciones del campo de polo con prontitud sin afán de emborracharnos, solo por la necesidad de entrar a escuchar al primero que se presentaba: Mika. Y no voy a entrar a detalle de cada una de las bandas que se presentaron, ya que cada una me merece un escrito aparte. Lo único que sé es que en verdad disfruté un Coachella sobrio en donde catafixié cervezas de 7dls por cd´s y creo que aún así salió más barato esta vez con la ventaja de tener ahora más discos y un abanico más amplio de cancioncitas así como la certeza de que que el próximo podremos pasarla mejor de una manera extrañamente responsable. Gracias René, Gracias César. Coachella en escencia sigue siendo reafirmar mi amistad con ustedes.
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